domingo, 2 de agosto de 2009

Diarios del pasado 7

Manizales, las cosas que pasan


Conocí a esta mujer un día que iba en la camioneta del periódico, mirando por la ventanilla. ella llevaba agua en un tarro de pintura. Me bajé y le pregunté dónde vivía. “Aquí” me dijo, “¿aquí dónde?”, le pregunté, “aquí” y me señaló la ladera al lado de la avenida que del Batallón conduce al Bosque Popular. Mandé al chofer de regreso y me quedé con ella.
Conversamos un rato y luego me ofreció aguapanela preparada en un fogón de leña alimentado por palos pintados con pintura de aceite. El olor era nauseabundo, pero ella me la ofreció con tono desafiante. Acepté y ella, a cambio, confesó su historia en un largo monólogo. Había sido víctima del terremoto de Armenia, se había quedado sin familia y su compañero se había ido.
Publiqué la historia sabiendo que era buena, pero que nada cambiaría. Al día siguiente el alcalde prometió que mientras el estuviera dirigiendo los destinos de los manizaleños, nadie viviría bajo un puente. Y cumplió. No la volví a ver.
Como un año después me la encontré, iba con cinco perros y una pierna enyesada desde la rodilla. Verme fue como si viera al diablo. Logré calmarla y me contó la tragedia que representó conocerme. Ella accedió a darme la entrevista porque esperaba que así más gente le llevara mercaditos y ropa que ya no usara. Y así fue durante una semana, pero después llegó la gente de la Alcaldía y la desalojó. Ella se fue a vivir monte abajo en el mismo sector. Un día uno de sus perros le ladró y ella se asustó y rodó por la ladera quebrándose la tibia o el peroné, no recuerdo. De milagro la encontraron y ahora andaba así.
Me fui indignado y escribí una nueva crónica. Al finalizar llamé al Alcalde y le conté, además lo amenacé con hacerlo quedar como un culo. Él se rió conmigo, y desde el otro lado del teléfono me dijo: “vaya donde la señora en media hora”.
Cuando llegué me encontré una ambulancia, estaba el secretario de Gobierno, la secretaria de Salud, el jefe de la Oficina Municipal de Atención y Prevención de Desastres y la señora.
Parecía el fin del mundo: ella peleaba, los perros ladraban y todos trataban de explicarlo algo al mismo tiempo. No podía permitir que volvieran a sacarla a las malas, así que me fui como un energúmeno, le dije al fotógrafo que le sacara a todos fotos y que se preparara para lo peor.
Me acerqué y pregunté que pasaba. La secretaria de salud me habló: "vinimos a decirle que tenía cupo en un ancianato. Que le vamos a dar medio sueldo mensual y tratamiento médico y que una señora se ha ofrecido a adoptarla para darle lo que necesite. Pero se niega a irse".
Miré a la señora y le pregunté si era cierto. Ella me vio de nuevo con una rabia que me asustó: “cada vez que usted viene tengo más problemas, yo no me quiero ir, estoy muy contenta con mis perros y usted no entiende que yo pueda ser feliz así, si usted necesita un ancianato o un sueldo váyase con ellos y no me vuelva a molestar”.
Me fui con el rabo entre las patas, igual la ambulancia y los funcionarios. Al rato el Alcalde me llamó conteniendo la risa y el triunfo, me contó que había tratado de ayudarla varias veces y siempre era lo mismo.
“Augusto, me dijo, nosotros tenemos una vida diferente, a veces no entendemos que la gente pueda ser feliz de otra manera que de la nuestra. Pero es así.”

No lo sé de cierto, pero por allá en 1962 hubo un terremoto en Manizales y un santo de una de las torres de la catedral fue a dar de cabeza en el orinal de un bar en una de las calles aledañas a ella. Esto produjo dos muertos. Tengo datos de uno. Una mujer, tan piadosa como cualquiera. Se quedó mirando con estupor a la torre, al santo, lo cerca que había caído de ella. El terremoto la dejó impávida sin saber qué decir ni qué hacer, más de cinco minutos estuvo así hasta que recordó a su familia. Pensó en el daño que había hecho el temblor a un templo aparentemente indestructible. Pensó en su esposo, en sus tres hijitos y emprendió una carrera hacia el barrio El Carmen en busca de ellos.
La gente al verla pasar pensó que era una loca. Cuando llegó a la casa los encontró a todos bien, asustados, pero bien. Entonces cayó en los brazos de su esposo y dio gracias a Dios por haberlos mantenido con vida. Mijo, le dijo, yo le ofrecí a Dios que me llevara a mí y no a usted para que los niños estén bien y cerró los ojos para dormir, como en un cuento de hadas, en los brazos de su amado.
Cuando le pregunté a mi abuelo de qué había muerto la abuela, él contesto sin dudar: "se le reventó la hiel". "Abuelo, le dije, será que le dio un infarto". Me miró como si yo no entendiera las cosas: "Se le reventó la hiel", repitió con voz potente. "Hizo negocios con Dios y eso no se hace".
Mi mamá no aprendió la lección. Cuando yo estaba muy pequeño me dio bronconeumonía. Los médicos decidieron que iba a morir. Mi mamá me llevó a Sabaneta, donde cada martes van romerías a pedir milagros a la virgen, me puso en los brazos de María Auxiliadora y le dijo en tono amenazante: "de ahora en adelante este hijo no es mío sino tuyo, te lo entrego, vos verás si lo dejás morir". Se paró dejándonos solos, después me recogió y me llevó al hospital.

9 comentarios:

Jose F dijo...

La segunda parte es una espléndida versión de La casa de los deseos de Kipling

Libélula libros dijo...

Ese alcalde no es creible. Y le da tanta importancia que parece que el personaje fuera él y no la mujer que vemos a diario mientras cocina y lava a la vista de todos.

Jose F dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Jose F dijo...

Ni siquiera el alcalde: el reportero quiere ser el personaje.
Ya no es el poeta el pequeño Dios (Huidobro): ya es el periodista.
¡Cuánta falta hace Karl Krauss!

JuanDavidVelez dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Carlos Augusto Jaramillo dijo...

No todas las veces caza el tigre. Prometo ser más creíble la próxima vez. Algunas ocasiones olvido que la verdad no necesita sólo ser la verdad, sino que también tiene que parecerlo. En cuanto al protagonismo... pues creo que en eso se me ha ido la mano en todas las ocasiones. Soy el protagonista... jejeje. Mentiras, yo sé de qué hablan seré más juicioso para la próxima. Juan David, no temas ser duro, ya me imagino lo que piensas. Prometo ser más autocrítico para la próxima. Además siempre podés decir lo que querás.

maggie mae dijo...

esa primera parte está como rara, no me gustó, te hacés ver como el paladín de la justicia.
La segunda, en cambio, está mucho mejor.

Gatohombre en Paris dijo...

Oiga, mijito, hijo de la Luna. Muy buena la historia. Un montón de cosas!!! brutal, como a mi me gusta. Chao.

Anónimo dijo...

fo. a mi no me gusto

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